Cuando un gran amigo se va…Chema Ibarria
Todos estamos conscientes de que tarde o temprano cada uno de nosotros y nuestros seres queridos partiremos de este mundo, para alcanzar una vida mejor en compañía de nuestro Padre Celestial.
Sin embargo, cuando hay que confrontar el momento, nos resistimos a aceptar que es una ley natural, por cierto, una de las más justas, ya que no presenta discriminación alguna.
El partir de un ser querido, es doloroso, y es muy valido llorarlo, hay que superarlo guardando en nuestra memoria los maravillosos momentos que compartimos con esa persona tan especial.
Hoy te toca el turno a ti gran amigo, Chema Ibarría, quien partes de este mundo terrenal; Chelo tu Esposa, Jorge y Angélica tus Hijos, Josemaría, Andrea, David y Daniel tus Nietos y, todos quienes te queremos; nos sentimos muy orgullosos porque tu paso por este mundo dejó huellas, huellas profundas en todos los ámbitos, pero sobre todo como Persona Humana; no flotaste sobre la vida, si no que hiciste olas de gran impacto positivo.
Es tanta nuestra tristeza, que hasta el cielo de tu muy querido Puerto Vallarta te lloró.
Te recordaremos siempre por tu carismática sonrisa, tu carácter jovial, cortesía y caballerosidad, generosidad y entrega a los demás, vocación de servicio, capacidad e inteligencia, la chispa atinada de tus comentarios, respetuoso hasta de tus adversarios y muchísimas, muchísimas cosas más.
Tuve la fortuna de convivir estrechamente contigo, en el plano familiar, como Tío, nos unía un gran cariño, me ofreciste consejos muy atinados; y en lo laboral tu asesoría y recomendaciones fortalecieron mi desarrollo profesional.
Muy Querido Tío Chema, hoy partes con la frente muy en alto, porque lo que sembraste con tus acciones, estas cosechando con el gran amor y cariño de todos los que hemos venido a despedirte.
Intentaremos no llorar, sino sonreír porque tuvimos la fortuna de compartir contigo grandes momentos.
Cuando un gran amigo se va, queda un vacío en nuestra alma; pero siempre estarás presente en nuestras mentes y corazones, como el gran Ser Humano que eres; y te encomendamos a Dios Nuestro Señor para que te permita compartir con Él, la Gloria de su resurrección.
Te mando un abrazo con todo mi cariño hasta donde te encuentres.
Marcelo Alcaraz
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